*Valor para mejorar y cambiar el mundo gracias a la verdad y la belleza.
En agosto 2015 fui muy feliz en Cabo de Gata, modo verano a parte, me sentía realizada porque como bien alguien subrayó: en teoría todo es práctica. Ahí estaba yo empedernida con mi objetivo recurrente de cada verano: lograr el moreno a pesar de que la melanina de la familia se la quedó toda mi hermana y eso que nació después, en fin, misterios de la naturaleza. Batallita de primer mundo a parte (para mi muy importante), me sentía plena porque había hecho de la teoría práctica, inspirada por el gran Joaquín Lorente, mientras intentaba que el sol me tomara, en vez de la típica promoción 2X1, digitalmente se activaba una maravillosa acción de marketing y comunicación que valía por dos: una campaña en colaboración con Aldeas Infantiles y un flash market place de home and living para el que trabajaba. Saber que esa acción se movía alineada a negocio y el impacto social, me cautivaba tanto o incluso más que contemplar el oleaje en la playa de Los Genoveses.
Este verano ha sido muy diferente (algo bastante común a todos nosotros, me imagino), pero como escribió Roberto Juarroz “En el centro del vacío hay otra fiesta”, en medio de tanta incertidumbre lo mejor es reencontrarse con lo esencial, con lo que para nosotros es cierto y nos encanta celebrar como una fiesta.
En seguida me vino a la mente la dedicatoria de Raj Sisodia “No hay que temer al futuro si no abrazarlo con amor, alegría, valentía y optimismo” uno de los impulsores del capitalismo consciente y una imagen de su esquema básico para entender su disruptiva filosofía publicada en 2016.
Desde siempre me he querido dedicar al marketing y la comunicación porque me encantaba la idea de hacer prosperar las organizaciones para que estas a su vez pudiesen ofrecer trabajo a las personas y democratizar la independencia, ni que sea económica (por algo se empieza). Eterna defensora del beneficio compartido nunca me cansaré de compartir esta cita de Ed Freeman “Los negocios no consisten en ganar todo el dinero que sea posible, sino en crear valor para todos.”.
A lo largo de mi amplia e intensita experiencia en startups, zona de confort favorita de la incertidumbre por excelencia, siempre me he preocupado de no derrochar el budget, si es que había, si no plantear acciones que sean inversiones optimizadas tanto a nivel de marketing, comunicación o branding teniendo como base muy sólida lo que Michael Porter definió como “valor compartido”. Mi lema “derrochar menos en marketing e invertir más en relaciones y creatividad”.
Si es verdad que pintamos lo que vimos y todos tenemos un pasado, el mío es de Community Manager y follower incodicional del “to share y to care”. Acostumbrada a tratar con clientes, trabajadores, inversores, seguidores, heaters, proveedores, influencers, periodistas, colaboradores y otras comunidades en general, una aprende que lo compartido tiene valor solo si es para un bien mutuo, el resto es lo que hace que la publicidad tenga tanta mala prensa.
Ahora bien, integrar todos los actores para lograr un beneficio en un largo plazo no es para nada tarea fácil, eso sí: siempre merece la pena. Ahora más que nunca somos todos consciente de que las organizaciones trasversales si son sostenibles logran riqueza a más de un nivel: económico, intelectual, social, cultural, emocional, ecológico, físico y espiritual.
Ahora más que nunca necesitamos ser profesionalmente amateurs en lo que hacemos ya que solo la pasión por lo que hacemos es capaz de aceptar la incertidumbre. Solo por amor al otro compartiremos y entregaremos valor. Muy cierto, aunque suene redundante: para entregar valor hacer falta valor.
Para racionalizar lo amateur, obviando el hecho de que el amor tiene al amor como único argumento, alegaré una investigación de Glen Urban llevada acabo en el MIT que concluye que si una empresa se compromete al bienestar de sus clientes estos se comportan de manera positiva, efectiva y defensiva en relación con la empresa en cuestión convirtiéndose así en los mejores de los vendedores.
Entonces, como ya ha quedado claro que o somos unos románticos, enamorados empedernidos de la idea de transformar el mundo o simplemente no seremos, es muy importante trabajar una comunicación sólida, una confianza mutua y una innovación compartida.
Si realmente estáis interesados en apostar en que vuestra organización se una con valor al capitalismo consciente, lo hablamos, lo testeamos y lo ejecutamos juntos.
¡Arriba esas ganas de esa otra fiesta!
NOTA IMPORTANTE: este post se centra en capitalismo consciente y esto afecta a toda la organización, no solo al departamento de marketing, a modo de comparación entre ser bueno en responsabilidad social corporativa y ser bueno sin limites, os comparto una comparación muy interesante incluida en el libro “Capitalismo consciente” escrito por John Mackey y Raj Sisodia en 2016:
Responsabilidad social corporativa | Capitalismo Consciente |
Los implicados en la empresa deben sacrificarse por la sociedad. | Integra los intereses de todos los implicados. |
Es independiente de la cultura o el propósito de la corporación. | Incorpora un propósito superior y una cultura solidaria. |
Suma una carga ética a los objetivos empresariales. | Aúna la solidaridad y el beneficio gracias a convergencias profundas. |
Refleja una visión mecanicista de la empresa. | Considera que la empresa es un sistema complejo adaptativo. |
A menudo se injerta en el modelo empresarial tradicional, como un departamento separado o que forma parte de relaciones públicas. | La responsabilidad social está en la base de la empresa gracias al propósito superior y a que considera que la comunidad y el medio ambiente son agentes clave. |
Considera que existe un solapamiento limitado entre las empresas y la sociedad y entre las empresas y el planeta. | Considera que la empresa es un subconjunto de la sociedad del planeta. |
Fácilmente asimilable a una obra caritativa; frecuentemente como marketing verde engañoso. | Requiere transformación verdadera a partir del compromiso con los cuatro principios. |
Da por descontado que todas las buenas acciones son deseables. | Requiere que las buenas acciones contribuyan al propósito de la empresa y a la creación de valor para el sistema en conjunto. |
Las implicaciones para el rendimiento empresarial no están claras. | Mejor significativamente el rendimiento tanto económico como en otros aspectos. |
Es compatible con un liderazgo tradicional. | Requiere liderazgo consciente. |